Hay días oscuros, días en los que el cuerpo presiente lo que viene y manda una señal para no levantarse de la cama. Las cortinas cerradas, esa atmósfera tan conocida y tan extraña, tan conocida que se alcanza a percibir en los primeros segundos posteriores al sueño.
Sin ganas de abrir los ojos, cubierto hasta la cabeza con las cobijas como para desaparecer, para hacer que no se esta, para engañarse a propósito, para desaparecer completamente.
En los días oscuros el tiempo siempre pasa de forma diferente, siempre tiene un nuevo ritmo que lo hace impredecible. A veces las horas pasan en ese estado de invisibilidad, en ese estado de tranquila insatisfacción que surge ante el reconocimiento de de un día oscuro bien llevado, otras veces, cada minuto pasa con una parsimonia que solo el tiempo puede tener, el refugio no es suficiente y se vuelve a aparecer por partes, luego se empieza a ser reconocido.
después de haber vivido días oscuros y experimentado con ellos, se aprende algo: Los días oscuros hay que dejarlos pasar, no resistirse a ellos ni intentar alumbrarlos con un sol de cartón, finalmente solo son días oscuros.
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2 comentarios:
Hoy, es un día oscuro, uno que intenté alumbrar con toda mi fuerza.
Hoy me voy a dormir absolutamente agotado.
Hoy me voy a dormir absolutamente fracasado.
4 AM.
Me voy a dormir...
4 AM.
Con toda mi fuerza.
4 AM.
Absolutamente agotado.
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